Rendir culto
¿Por qué razón no hemos de rendir culto a aquello que adoramos, si desde que el hombre tiene uso de razón para responder a impulsos primordiales que lo conectan con el entorno y con él mismo, venera esencialmente todo aquello que enaltece su espíritu? Sí, adoramos a los hombres. Adoramos las vertiginosas formas de sus cuerpos. Adoramos sus pelos. Adoramos su verga, la hombría que cuelga entre sus piernas, y también su zona vulnerable. Lo adoramos tal como es y como fue creado, adoramos su perfección y sus falencias, y, supongo, lo hemos de adorar hasta que dejemos este mundo. Adoraciones: una galería para mirar de rodillas.